Seguridad contra incendio
Cámara Argentina de Seguridad
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expuesta para poder medirlo. Bien, como se imaginarán,
mis oídos ardían y estaban tan calientes como friendo
tocino. Esta alarma me llevó a arrojarme al piso. Estaba
acostado tirado en el piso e inmediatamente tomé mi
equipo de radio pidiendo ayuda porque presentía que no
íbamos a salir de ese infierno. El calor de una descarga
disruptiva es intenso como el calor de un horno. Usted
automáticamente comienza a dar vueltas, a moverse por
instinto como si fuera un animal. Yo, como casi todos los
bomberos, he visto a las personas saltar de los edificios
inclusive a bomberos con todo su equipamiento de varios
pisos de altura. Y siempre pensé qué motivaría a la gen-
te a tirarse, que siempre puede haber una oportunidad;
luego de esta experiencia comprendo perfectamente el
sufrimiento, el intenso calor, el dolor, la sensación de sen-
tirse atrapado que lo va invadiendo, si hubiera estado en
un noveno piso hubiera saltado”, detalló.
“Estaba abajo en el piso, sabía que teníamos que salir y
pronto, hice un barrido rápido con mi mano y no encon-
traba a Juan, a ninguna manguera. Todo eran parpadeos
naranjas dentro de una inmensa negrura. Procedí a avan-
zar hacia un lado ingresando a la negrura que bien para
ese lado podía haber una pared, pero no había forma de
identificar el lugar. Más adelante descubrí que estába-
mos en el pasillo de los elevadores.
Llegué hasta un vestíbulo que me fue conduciendo a otro
sector del edificio. Era una estructura grande. Me seguí
arrastrando adelante, seguía intentando llamar por ra-
dio, pero en estas situaciones es asombroso lo que ocurre
casi no sabe donde está ni que dirá. Continué arrastrán-
dome por ese vestíbulo, intentando salir de allí, intentan-
do buscar un lugar más fresco en donde podría reagru-
parme, en donde poder sobrevivir; porque estaba deses-
perado. También estaba observando que mi energía, mi
estado físico estaba menguando, estaba muy agotado, a
pesar que siempre llevé una vida sana. No fumaba. No
bebía. Realizaba ejercicios físicos tres a cuatro veces por
semana. Estaba muy bien físicamente; pero pensé: “esta
vez me atraparon”. A mi alrededor podía escuchar cómo
parte de la mampostería se iba desmoronando”, sostuvo.
“Podía ver como todo ese fuego caía sobre mí junto con
escombros, pero no tenía idea de dónde provenía, qué
pasaba, de pronto el techo se derrumbó sobre mí. Luego
me dijeron que una persona bajo los efectos de un ca-
lor tan intenso apenas funciona bien. En ese momento
podía oír hablar a otros bomberos pidiendo ayuda, pero
nada podía hacer. El calor era sofocante. Había perdido
el micrófono de mi radio, estaba atrapado. Pasé por tres
etapas de la descarga disruptiva, desde que comenzó
hasta que me rescataron y me sacaron hacia el exterior.
Lo digo con toda sinceridad. Primero rogué para que Dios
me guíe hacia la salida, lo que no pude conseguir. Luego
rogué por el perdón porque sabía que estaba atrapado.
Luego rogué porque Dios tome mi vida. Debido al dolor
y la sofocación del intenso calor, nunca pensé que podría
salvarme”, expresó.
“Para mi buena fortuna un teniente de nombre Tom
Arturo entró a través de la ventana del tercer piso y co-
menzó a combatir el fuego con su equipo, él estaba traba-
jando en el vestíbulo grande. Yo estaba en el otro extremo
oculto debajo de los escombros del techo derrumbado;
mientras estaban trabajando en esta área, Tom escuchó
algo “que sonaba a humano”. Es la forma en la que él
describió el momento y comenzó a moverse hasta donde
alcance su línea de mangueras, todavía la situación no
estaba bajo control, sin embargo Tom tomó la decisión de
averiguar quién estaba atrapado allí”, siguió.
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