Seguridad contra incendio
Cámara Argentina de Seguridad
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“El pensó que sería un civil. El encargado de su equipo
luego me comentó que dejó su línea de mangueras para
entrar en ese infierno, pero él confiaba en Tom, ya que era
un oficial muy experimentado y equipado. Finalmente
Tom llegó a lugar y pudo observar mis piernas que so-
bresalían de los escombros. Retiró los restos que estaban
sobre mí, quitó mi máscara y me dio aire de su equipo.
No me reconoció, a pesar que él y yo habíamos trabaja-
do juntos, pero él no me reconoció y me pregunto quién
era. Me encontró con el visor de mi máscara derretido, y el
chaquetón quemado, estaba irreconocible”, agregó.
“Había otros bomberos que resultaron con serias que-
maduras. Algunos pudieron escapar saliendo por las ven-
tanas y pudiendo llegar a las escaleras de los camiones.
A nosotros nos tomó dentro del incendio y de sorpresa.
No se cómo agradecer a los bomberos que esa noche nos
rescataron. En el pasado como bombero nunca supe lo
que la gente sentía al ser rescatada, el agradecimiento de
haber podido sobrevivir, ahora me doy cuanta lo maravi-
lloso que es. Lamentablemente Juan Lorenzano y Woodie
Gelenius fallecieron en el tercer piso, no sé como Juan y
yo nos separamos. Fui el último en hablar con Juan. Fui el
último en ver a Woodie. ¿Por qué me salvé y ellos murie-
ron? No lo sé, es un pensamiento que siempre me acom-
pañará”, amplió.
El proceso de cura
“Deseo continuar con mi historia y decirles algo sobre los
resultados del flashover. Una vez en el cuarto de emer-
gencias del hospital podía escuchar a los doctores hablar
alrededor mío, verdaderamente tenía muy serias heridas,
quemaduras. Creí que no iba a sobrevivir, que mis posibi-
lidades eranmuy bajas. Después que ellos me despojaron
de todas mis prendas, comenzaron con los catéteres, me
colocaron un laringoscopio. Entonces fue que escuché a
un doctor decir:” OK, su vía respiratoria no está dañada”.
Recién ahí me di cuenta que tenía buenas posibilidades
de sobrevivir”, relató.
“La intervención sobre mis heridas continuó. Desde que
finalizó la tarea de los médicos prácticamente dormí has-
ta el otro día. Amanecí todo intubado, con morfina, pero
me sentía ahogado. No podía respirar bien, así que decidí
arrancarme el entubado, porque es horrible querer respi-
rar por el tubo. Es como hacerlo por un sorbete. Pasé tres
semanas en la unidad de cuidados intensivos de quema-
dos. Tenía quemaduras de tercer grado en ambas manos,
brazos, cara, orejas, atrás de la cabeza, una pierna y que-
maduras de segundo grado por el resto del cuerpo eran
muy extensas”, dijo el capitán Spalding.
“Lo que fue toda una experiencia fue el cuarto para el tra-
tamiento y limpieza de quemaduras, estaba totalmente
desnudo, me introdujeron dentro de una pileta de acero
inoxidable con el agua hasta el pecho. Tenía los dedos,
las manos negras, me colgaba piel por todos lados y las
enfermeras no se hicieron esperar lavando y raspando
las superficies quemadas sacándome todos esos jirones.
Después de una semana verdaderamente aprendí y mu-
cho sobre el tratamiento de las quemaduras. No sabía
que cuando la piel se quema larga un líquido, un tanto
blanquecino que al secarse pega fuertemente la piel a la
carne del cuerpo. Entonces y primero intentan tratamien-
tos tópicos a base de medicamentos para aflojar esa piel
e ir sacándola, el problema es cuando los medicamentos
no dan resultado. Si esto ocurre, los médicos deben recu-
rrir a pinzas y escalpelos cortando esa piel quemada por-
que tiene que salir sí o sí y les puedo asegurar que es muy
doloroso. Llegué a llorar”, narró.
“Pero ya estaba en camino de recuperación. Ellos esta-
ban trabajando constantemente sobre mí, ya en la se-
gunda semana comencé alimentarme paulatinamente.
Me entregaron utensilios especiales para comer ya que
estaba todo vendado y cada vez que me caía la comida
o un utensilio ahí me daba cuenta que estaba inválido y
pensaba que era un bombero de primera intervención,
llegando y entrando en los fuegos, con toda esa energía,
éramos agresivos pero cautos al mismo tiempo. Cuando
fui sanando me pasaron a terapia intermedia. Allí comen-
cé algunos ejercicios con una bicicleta. Tenía un asiento
relleno para mejor comodidad pero para mí no fue su-
ficiente, pedí más relleno, porque yo tenía quemaduras
hasta en lugares donde usted no debe tener quemadu-
ras, permítame ponerlo de esta manera, lo que hacía que
los quehaceres más básicos y sencillos fueran difíciles y
dolorosos”, manifestó.
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